Lo que pensábamos que sería una monótona y vacía vuelta sin rumbo por un museo comenzó sorprendiéndonos de entrada; tras adquirir los cascos para la ruta, seguimos a la que sería nuestra guía y “mentora” durante las casi dos horas que duró la visita.
Comenzamos con Tiziano y su “Adoración de Venus” que, con todos sus querubines constituiría sólo un atisbo de lo que nos esperaba. En otros cuadros y autores podíamos observar a distintos dioses y diosas; bellas Ateneas y Venus, jóvenes Adonis y Apolos con unos cánones de belleza que rompen nuestros esquemas de lo que debería ser un desnudo perfecto. Pandora y su caja, Europa siendo raptada, Aracne tejiendo su tapiz, plasmado en, valga la redundancia, un tapiz en “Las Hilanderas” de Velázquez, Paris eligiendo a su diosa en su juicio, con las tres gracias bailando cerca mientras, enfrente, Saturno enloquecido devoraba a sus hijos.
Tras el gran paseo, buscamos el expresionismo de Goya, y volvemos a encontrarnos con los ojos desorbitados de este dios y, al volvernos, observamos el hilo de la vida, decidido a seguir sin ser cortado, por lo pronto, para brindarnos la oportunidad de volver a disfrutar e impregnarnos del mundo fantástico de la mitología en el Museo del Prado.
Buena crónica de la visita. Se nota una gran riqueza de vocabulario y de imágenes en vuestro texto.
ResponderEliminarMarina (prof)